El vacío es un espejo iracundo que solemos encontrar hacia adentro. Esta es una de las cosas más difíciles que ha tenido que enfrentar el ser humano: “su yo”, una muerte multiplicada por todos los “yoes” de los seres humanos: el modesto, el ingenuo, el orgulloso, el avaro, el solitario. “El yo” es una suma de todas las muertes de las máscaras humanas.
El vacío es aquello que nos angustia tanto, aquello que nos persigue en las noches como un lobo. Es la ignorancia de la eternidad y el recuerdo de todas las memorias que nos hicieron daño. El vacío es un historial que vemos a distancia, a obscuras. Es un túnel negro por el que hay que pasar una vez más, para dejar de preguntar quiénes somos y qué anhelamos.
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